Paranóicos.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Retoños muertos de primavera.

11 PM

Londres nunca duerme. Yo, casi nada.  
Han pasado 5 años desde la primera vez que te ví. Dos de la última. 
He visitado nuestro banco,  es el más francés de toda la ciudad, me atrevería a añadir. Es allí donde siento la estrechez de los extremos. Una sonrisa que me raja la cara, o una tempestad que me ahoga.
Ahora has vuelto. Yo no me había olvidado de ti. Me acordaba cada poco en una frecuencia de sesenta pulsaciones. 
Pero no quiero hablar de mí, no por ahora. Cuéntame. ¿Cómo está París? Recuérdame a qué olía la Rue Rivoli. Parodiemos a Godard en una carrera por el Louvre. Sintámonos en armonía en Montmartre ; yo seré Rimbaud, tú Verlaine. La renuncia perfecta a todo lo establecido. 
Luego, cuando anochezca, llévame a donde yace el Rey Lagarto y no me impidas llorar si la emoción  acumulada se refleja en ese momento, tan real como las lágrimas que salpican este papel dónde escribo.
Con el veranó el frío desaparece. Con el verano el espíritu rejuvenece.

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